miércoles, 23 de diciembre de 2009

Palabras

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Nosotros, seres racionales si los hay, utilizamos una serie de sonidos, representados por símbolos, los cuales pretenden encerrar el significado de algo para clasificar nuestro entorno bajo ese concepto resultante. Por ejemplo, está la definición de ser vivo. Lo último que yo escuché es “aquello que posee la capacidad de moverse a voluntad, reproducirse y crecer”, pero siempre se va a ir cambiando de acuerdo a los nuevos hallazgos. Nunca llegaremos a un concepto que englobe toda la vida. O tal vez sí, pero no lo reconoceremos como tal, o encontraremos alguna cosa de que quejarnos. Puede que parezca pesimista mi punto de vista, pero es eso lo que creo. Nosotros no comprendemos la esencia de las cosas, ni si quiera la esencia de la esencia, por lo que nunca llegaremos a nombrar algo correctamente. Por eso no estoy de acuerdo con los diccionarios como fundamento de un pensamiento, como lo es “esto está vivo, y esto no”. Prefiero dejarlo a un criterio común, o propio. Sin embargo, sin el lenguaje no podríamos relacionarnos como lo hacemos. A pesar de todo, creo que el lenguaje es, sino lo más útil, fundamental para nosotros y nuestra vida. Y no creo que los diccionarios deban desaparecer, sino que no deberían ser tomados como universales y sin fallas. Como dije, deberían ser tomadas sus definiciones como conceptos abiertos, y no cerrados como se los toma en cuenta la mayoría de las veces. Aguante William Seward Burroughs.

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Toma una cervesa, fatigado guerrero, y suélta la lengua en nombre de Odín y las Musas, y habla acerca de la batalla descipta arriba.