jueves, 24 de diciembre de 2009

Mientras miramos las estrellas

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Ésto me da verguenza. Pero lo cierto es que es cierto, y lo deprimente es que es falso. Pero espero les guste, y no los deprima ni les recuerde nada triste, como a mi. Y no estoy hablando de la primera parte...
Ella rió. Rechazó, casi burlonamente, mis peticiones. No es que yo halla sido descortés, pero no tenía nada para ella, ni siquiera se nos podía considerar amigos. Todo fue rápido y extraño, deja vu, pero al revés. Tenía la impresión de que me volvería a pasar lo mismo, en otro momento de mi futuro.
Buenohaymuchasmasnotengoquedejarqueestomeinhibanisiquieraestoysegurodeamarlaahoraquelopiensosoloesquequeriasaberquesesentiaamarylaelegiaella, pensé.
Otalvezsilaamoypiensoestoparasentirmemejorotalveztodamimentemeestaengañandoyestonuncapaso, concluí.
En fin, tuve que seguir adelante. Pero mi mente jugó un rato con mis emociones, e imaginó. Imaginó…
Ella me escuchaba seriamente, yo le hablaba. Asintió con un poco de pena. Inmediatamente, su incomodidad la abandonó y me abrazó cariñosamente, para después darme mi primer beso. Me miró con picardía.
Imagen desdibujada.
Vuelve.
Ella yace desnuda en mi cama, sus pechos suben y bajan tranquilamente, yo me acerco, y es como un ritual, un ritual satánico, pagano. Empezamos a hacer el amor apasionadamente…
Imágenes sueltas.
Estonomecausasatisfaccion, pensé.
Vuelve a enfocar, misma situación.
Ella yace desnuda en mi cama, sus pechos suben y bajan tranquilamente, yo me acerco, y es como un ritual, un ritual de amor, pagano. Yo me desnudo, e increíblemente soy atractivo, mi cuerpo es el de un joven atlético, no el de uno sedentario, como sé que lo soy. Me acuesto a su lado, nos miramos a los ojos. Su cabello está naturalmente precioso, el mío está naturalmente sucio y desprolijo. Su voz resuena en mis oídos, la mía en los suyos. Nos contemplamos toda la noche. Estamos en un campo, no en mi cama. Miramos las estrechas. Tengo miedo, acerco mi mano a la de ella. Ella tiene miedo, acerca su mano a la mía. Me la agarra, mi mano, mi mano sedienta de calor, del calor que solo ella me puede dar. Y miramos las estrellas…
Ymiramoslasputasestrellas, concluí.

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Toma una cervesa, fatigado guerrero, y suélta la lengua en nombre de Odín y las Musas, y habla acerca de la batalla descipta arriba.