lunes, 28 de agosto de 2017

El porqué de muchas cosas (II)

¿Qué es nuestro sistema de valores? Para responder eso: ¿qué es un sistema de valores? Para responder eso: ¿qué es un sistema? y ¿qué es un valor?

Vamos del final hacia el principio, en un giro Poe-ético:

Valor

No estoy hablando del valor que hace que un héroe se enfrente a su mayor miedo por una causa noble. Estoy hablando de lo que hace que consideremos a esa persona un héroe, de lo que hace que esa persona tenga ese miedo en específico, de lo que hace que juzguemos su causa como noble.

Un valor es en general una cualidad o idea que nos resulta importante. Pero eso es muy vago, muy escuálido, para mi propósito. Un valor nos mueve. Nos conmueve y nos remueve de formas que no podemos controlar in situ.

Un valor resuena tanto en nosotros que es padrino de cada decisión que tomamos, madrina de cada duda que tenemos.

Un valor, también, es algo que compartimos con otra gente.

Sistema

Un sistema es un conjunto de elementos que se relacionan entre sí de tal manera que el conjunto es más que la mera suma de sus elementos. Poné seis pequeños paneles cuadrados de madera uno al lado del otro. Numeralos del 1 al 6, con puntos o con números. Ahí tenés un conjunto de elementos que no conforman un sistema. Ahora, pegalos por los bordes de tal manera que formen un cubo. Lo que resulta es un dado de seis caras, que podés usar para generar azarosamente cualquier número entero entre 1 y 6, inclusive.

Eso, ese dado de seis caras de madera numeradas del 1 al 6, es un sistema.

Sistema de Valores

Un conjunto de valores que se relacionan entre sí de tal manera que el conjunto es más que la suma de esos valores.

¿Cómo es que un sistema de valores es más que la simple suma de esos valores?

1) El conjunto de valores, por el mero hecho de serlo, fundamenta nuestra psique (y todo lo que en ella acontece).

2) Por ello mismo, fundamenta nuestro comportamiento, que es en gran medida resultado de la interacción entre nuestra psique y el entorno.

3) Nuestro comportamiento tiene efectos en el entorno. Por mínimos que estos sean.

4) La percepción de esos efectos es interpretada en nuestra psique. Y volvemos al segundo paso.

Tal es el ciclo de retroalimentación que regula, por lo menos, nuestra psique.

Esto es más que la mera suma de varios valores, que sólo implicaría muchos movimientos diferentes, una constante lucha entre diferentes cursos de acción y cómo llevarlos a cabo. El mero hecho de que existan valores, sin más relación que el compartir su naturaleza, da lugar como mucho a una psique caótica. Pero si se relacionan en una estructura determinada, pasan a ordenar la psique, a ser su fundamento (1). Y de allí se desprende el ciclo (2-3-4). Y de allí deviene el equilibrio... y su ruptura.

Pero todavía no hemos llegado a un orden perfecto, y de ello las dudas, la vacilación.

Por suerte. Un orden perfecto no puede mejorar: está muerto. El dinamismo del caos es vital —en todo sentido de esa palabra.

No siempre los valores hacen sistema. Pero también es cierto que nunca hay un único sistema, y que el sistema, al ser una imposición de orden sobre un caos palpitante, tiene estructura interna, no necesariamente consistente.

Cuando hablé del equilibrio, pensaba en un equilibrio dinámico, que va cambiando a medida que se lo desafía. Puede que el desafío sea demasiado para él y termine roto, pero siempre se puede construir uno nuevo.

Hay preguntas aún: ¿por qué coexiste más de un sistema de valores como fundamento de la misma psique? ¿Qué implica que compartamos valores con otros? ¿Compartimos sistemas de valores también? ¿Se solapan, aunque sea parcialmente, nuestros propios sistemas de valores? ¿Existe acaso una cosa que sea un sistema de elementos cuyos elementos son en sí mismos sistemas de valores?

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Toma una cervesa, fatigado guerrero, y suélta la lengua en nombre de Odín y las Musas, y habla acerca de la batalla descipta arriba.