Acá es donde la vieja aflicción poética empieza a asomarse tímidamente por las comisuras de mis ojos.
Sí, en época de trimestrales (hoy no hice una mierda), mis ojos lloran poesía.
Puta madre, que mala leche que no lloran lágrimas... tan bien me vendría, de vez en cuando... soy como el tipo ese de hierro del Mago de Oz, que no tenía corazón o algo así (para Lord Ga: me imagino a Lucille diciendo: "no, qué decís: ¡si tenés un corazón enorme y muy grande! Sos re generoso, siempre que te piden, das, blablabla". Y sí, doy, doy como un gil, porque no doy por ellos, doy por mí, para no sentirme mal yo... sino mirá a cierto dulce de membrillo que no me genera culpa (porque no se lo merece) cuando le digo que "no", y se lo digo todo el tiempo... comparado al menos con el tiempo en que me pide...
Ah, la Culpa. La culpa. lA cULPA. ufaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Bueno, bueno,
estamos aquí,
reunidos y atrapados.
Eso, un beso,
como un maravedí,
genuino y deformado.
No, ni lo sueño,
lo veo como una jota invertida.
Una jota mayúscula, carajo.
Pero, qué va:
(me salió español)
la vida es así...
Tiene que ser así...
sino, ¿cómo podría ser?
¿Esquimales?
¿Nietzsche?
¿Que Valitutti, decís?
Noooooo, chiquito, no;
la vida no es así, es asá.
Así me gusta.
Busco en las retinas de tu poemario, un abrazo, cálido, más no sea.
Más no sea.
Lloro pero no lloro,
pues al agua está mojada.
¿Quién me ayuda a secar el agua?
Va a empapar toda mi vida...
Ahora me siento Freek... un monstruo
además.
Pregunta del día:
¿a quién le pegarías una trompada?
Respuesta del día:
comenten, ¡forros!